LA RISA



LA RISA

Para Bergson, la risa no puede producirse en la soledad. La risa implica de alguna manera a los otros: se produce inevitablemente en un grupo. Aunque, nosotros solitarios por antonomasia, a veces riamos sólos, siempre existe un cómplice con el que riamos juntos, en estos casos es un cómplice virtual. La risa no es un sinónimo de felicidad: se puede reír o hacer reír estando triste. Es más bien una enunciación de bienestar momentánea que en el instante en que se produce olvida todo el entorno y se concentra en su causa o en la misma risa. Pero es un estado del que no es posible permanecer por un tiempo prolongado. ¿Has notado como el cuerpo empieza a sufrir con una risa interminable? Claro podemos reír mucho, pero siempre en intervalos. Cuando tenemos una risa prolongada ¿has notado como nos puede doler el estomago, y sólo cuando paramos se suspende el dolor? No nos reímos de corazón, ni mucho menos con la inteligencia, aunque para Bergson la risa estimule directamente a la inteligencia pura, nos reímos realmente con el estomago. De aquí que sea un verdadero alimento para nuestro cuerpo.

El calor de verano inundaba el cuarto, y la suave brisa que entraba por las ventanas abiertas con el esfuerzo de un ventilador hacían agradable la atmósfera. Era un cuarto de modesto tamaño y de dos camas puestas verticalmente sobre la puerta de entrada. Un libro sobre la mesa de noche, se imponía sobre los demás objetos. Dos cuerpos se encontraban tendidos sobre una de las camas, en donde no era posible distinguir las partes de sus cuerpos, ya que yacían en un abrazo interminable. Toda esa semana habían hecho el amor incansablemente. Tan sólo se levantaban para comer y descansaban hablando o tan sólo durmiendo. Ahora su diálogo versaba sobre la inusitada situación en la que se encontraban. Por fin sólos todo era nuevo y completo. La conversación, sin darse cuenta los llevo a mirar un pequeño Snoopy, que había sufrido todos los rigores y deja menes de la indiferencia y el vagabundeo. En ese momento encontraron en él, el mejor testigo de su pasión: teniendo unos ojos que no ven y una línea simulando una boca que tan sólo calla. Pero como todo testigo era un personaje ambiguo: hablando sin boca y observando sin ojos. De aquí, que su reflexión apuntará a destruir a ese ser ambiguo en el juego de la perversión: lo imaginaban lleno de secreciones corporales, mutilado, o ahuecado como resultado de la integración a la pasión de la joven pareja. Cada imagen que exponían o creaban era más extrema y sólo generaba una risa incontrolable. Ese día rieron los dos juntos, cómplices de su pasión, se rieron sinceramente y con todo: su estómago.